Como si de las redes sociales estuviéramos hablando la igualdad, desde hace unos años, no sólo forma parte de nuestras vidas sino que el asunto ha debido caer tan en gracia que en vez de detenerse, o al menos ralentizarse, va en aumento. La igualdad es sección diaria de las noticias que leemos o visionamos en los medios e incluso países como España mantienen todo un ministerio, que como no podía ser de otro modo, se llama de Igualdad, y que ha transformado a su ministra en uno de los políticos más famosos del país. La primera vez que yo oí hablar de igualdad en España fue, como siempre, a través de la política, ya que se denunció –pienso que a finales del pasado siglo– que en España, y por el mismo trabajo, había mujeres que ganaban menos pesetas que sus homónimos masculinos. Aquello me dejó tan perplejo como dubitativo, ya que yo jamás me había encontrado con un caso parecido. Pero bueno, podía ser cierto, me dije. Con el paso de los años, y destrozado ante tanta manipulación, fanfarria y horteradas, me puse a estudiar la manera de conseguir la verdadera igualdad tras, al menos en mi caso, décadas de parejas a las que o tuve que mantener o tuve que ayudar monetariamente hablando. De eso, por cierto, se habla poco cuando se habla de igualdad. Porque en mi báscula monetaria vital me faltan decenas de miles de euros que consagré al amor, ese agente no tangible, como podría haber sentenciado Wittgenstein. Sea como fuere, la semana que viene dejaré no sólo mi trabajo sino el mundo de la hostelería tras treinta años cotizando de una u otra manera. La razón: existe una señora que no sólo dice que me ama sino que quiere mantenerme. Y aunque sólo sea por la igualdad, ya era hora de que se invirtieran los términos. Yo prometo quererla, cocinarle los mejores platos y comerle el coño a menudo. Juro que no le pondré los cuernos ni que la acusaré de mala persona sin motivo, sólo por darme aún más importancia. Pero que me mantengan abre una pequeña puerta en la sideral brecha entre las mujeres mantenidas y los hombres ídem. Porque para mí la igualdad ya lo es todo.
(Publicado en El Imparcial el 07/03/23)

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