Tsunami pírrico (Unionistas 1- Linense 0)


Viendo jugar a Unionistas uno asume que somos como un tsunami que al final no llega ni al chiringuito. Un tsunami apacible, como marcan los tiempos. Como mucho, mojamos la toalla y molestamos al dominguero. Pero la realidad es que no acabamos de desfigurar el paisaje. Pero lo mejor de todo, el resumen exacto, tiene los siguientes puntos a favor tras el 1-0 contra el Linense: tercera victoria seguida, otra vez portería a cero, goal average ganado, y ojo a este otro dato: primera vez desde hace tiempo que al menos no nos hacen penalti y el árbitro lo ignora. Que uno se va a casa mucho más suelto cuando esta vez la polémica, en el último segundo del partido, afectó al equipo contrario en un gol que, gracias a Dios, fue anulado por falta previa.

 

2.135 personas en el Reina Sofía demuestran que el equipo sigue sin enganchar del todo. Sorprende, además, que pasado un cuarto de hora desde el comienzo se aprecie claramente en las imágenes cómo el público, a cuentagotas, sigue accediendo al campo, asumiendo que la gente tampoco confía en un gol inicial. La entrada aunque fuera parecida a las anteriores (Sanse, Mérida, Córdoba y Algeciras) al no contar el equipo visitante con aficionados fue en realidad levemente más alta. Y moralmente pasar de 2.000 seguidores ayuda. 

 

Nada más comenzar, apelotonamiento general, con recuerdos (aún) a David Vicente o al Jon Rojo que antaño clavaba goles desde el borde del área. La sorpresa no sólo fue ver a Unai Veiga de titular en un cambio de sistema de Ponz, sino verlo moverse entre los centrales y mediocampo linense como si fuera un pívot checo a prueba en el CB Tormes. Para callarme la boca, se sacó un buen disparo que se estrelló contra la madera. Más tarde, Chapela fallaría un mano a mano con De la Calzada, portero contrario, que el locutor de InSports TV que iba y venía –qué drama televisivo/comentarista; ojalá ascendamos para que al menos en mi madrugada balinesa pueda visionar los partidos correctamente, sin exaltarme– no confirmó que fuera el hijo del famoso humorista malagueño. Cabe reseñar el asunto de la equipación de la Balompédica Linense, extrañísimo pijama de entretiempo, desgastado, formado por los colores grises, azul y celeste. Aunque aún más raro era ver avanzar la primera parte con disparos tristes de Rojo y Blázquez, demostrándose que todavía seguimos sorprendiendo a nuestros rivales desde rocambolescas posiciones teniendo en cuenta que Losada, que llevaba todo el tiempo en el suelo, no había tirado a puerta siendo nuestro único delantero. Porque yo con Losada actúo como si estuviera jugando a la ruleta: si me salió la jugada pasada, en este caso la anterior jornada, uno ya sabe que en las siguientes no saldrá (meterá gol). Y sí, su brega es absoluta, una lucha constante. Pero es que si Mario Losada no se entregara de esa forma sería taxista.

 

La primera parte terminó como comenzó: con Unionistas algo más en campo contrario pero con el mismo resultado que al comienzo. La Balona, triste. Casi ni ejercía de mediocampo para arriba. Advertir además a Ramiro Mayor que con VAR y con las exageraciones de su contrincante, aquel forcejeo con el puño cerrado podría haber acabado mal. Para terminar, el locutor que nos recordaba que la posesión había estado pareja (50%-50%), había fallado el 70% de las veces que citaba a jugadores con nombres de otros. La locura. Ese hombre jamás jugó al Quién es quién. Por lo que mucho mejor InSports TV sin volumen. Pero claro, entonces no se escucha a la afición, entregada a su equipo pase lo que pase. 

 

La segunda parte comenzó con Dani Ponz poniéndome en mi sitio: nuevamente Ramón Blázquez, que acabó siendo el jugador que más veces tiró a puerta –hasta en tres ocasiones– se sacaba, esta vez sí, un zurdazo espectacular que se coló por la mismísima escuadra. La cosa prometía. 1-0. El tsunami unionista se acercaba a las mesas exteriores del chiringuito. Pero todo se quedó ahí. En continua amenaza. Porque en el minuto 55 Losada fallaba un uno contra uno de libro contra De la Calzada –sin duda el mejor del bando contrario– mucho más fácil –en apariencia– que el que Chapela marró en la primera parte. A mí con Losada me pasa que le veo fallar tanto en ataque que me da miedo ver la repetición de San Fernando por si el 1-2 fue una ensoñación. Con el resultado a favor Chapela, el mejor de Unionistas, seguía haciendo y deshaciendo como quería: en banda derecha, a banda cambiada, entre líneas, bajando a recibir. Está seguro de sí mismo. Y sin duda, es nuestro hecho diferencial; un jugador de otra categoría, al menos de Segunda y titular. 

 

Borja Díaz entró por Unai Veiga mientras Losada seguía partiéndose la cara, casi siempre en el suelo, siendo justamente de los mejores en la segunda parte por mucho que esté negado de cara al gol. Las transiciones ataque-defensa de Unionistas, pletóricas, con buenos centrales y un gran Óscar Sanz que a veces parece que tuviera la misma edad y experiencia de Ramiro Mayor. En realidad el Linense no tiró a puerta en todo el partido haciendo pasar casi desapercibido a Salva de la Cruz, que por alto estuvo muy seguro. Aunque siempre hay fallos que recordar. Por ejemplo, Koroma tiró completamente solo, dándose el gusto de colocarse bien la pelota, ante la sorprendente pasividad –la única vez– de la defensa unionista. Corría el minuto 80 y el público ya sabía que el tsunami se había recogido y que ya sólo quedaba rezar y contar los minutos de descuento, que fueron cinco. Salva de la Cruz se hizo el dolorido, seguramente para chupar cámara en una noche tranquila, mientras Ponz, que no cesa ni un instante, hacía debutar al coreano Ahn. Antes sacó a Neskes, que en un sinsentido –como si en InSports TV necesitarán levantar a la audiencia– se sacó un pase atrás tan extrañísimo como complicado que un buen Antonio Leal salvó como pudo, cuando con Casañ de míster podía haber acontecido exactamente lo contrario. Resaltar el nulo partido en ataque pero excelente en defensa de Juampa Barros. Enchufadísimo. 

 

Cuando el árbitro pitó el final nos dimos cuenta de que somos el equipo más en forma de los dos grupos de Primera Federación –junto con el Racing de Ferrol– al menos en los tres últimos partidos. Y esto hay que degustarlo, abrazándonos, pero advirtiendo asuntos a mejorar: no siempre van a meter goles los laterales y no siempre no nos van a tirar a puerta. Hay que reconocer que Dani Ponz ha cambiado al equipo aunque no debemos engañarnos: no tenemos la mejor plantilla del grupo. Por eso ganamos pírricamente contra un contrario muy plano cuando lo más normal habría sido vencer al menos 2-0. Y claro, si la semana que viene sacamos los tres puntos en el Nuevo Vivero –es bastante posible viendo nuestra carrera ascendente– y al recibir al Deportivo no somos más de 3.000 en el Reina tendremos que plantearnos si parte de nuestros accionistas no han sido abducidos por naves interplanetarias.

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