Madrugada en Bali. Juega Unionistas contra Fuenlabrada. Mi portátil se abre y algunos insectos acuden al son, no del juego despampanante de ambos equipos, sino de la luz que desprende la pantalla, que en noche cerrada y estrellada es mucha más luz. Una primera parte entre plana y demasiado tranquila, en un estadio de chichinabo que parece rodeado de naves industriales, y en donde por primera vez desde no se sabe ni cuándo, la afición unionista no puedo acudir a animar a su equipo porque el Fuenlabrada no lo permitió. Nuestro Unionistas, que tanta presión ha sufrido por los campos de juego reglamentarios, los graderíos a levantar, las zonas de baños a construir, los vestuarios profesionales, el agua caliente de las duchas, los gimnasios para recuperar, los campos de entrenamiento entre semana sacados de las regionales más pretéritas y el césped natural y a la carrera apoquinado por los socios, debería preguntarse cómo un equipo recién salido del fútbol profesional tiene el permiso para jugar en un ¿estadio? así. Tendrán sus razones. Pero ver el partido, indiferentemente que aquí sea o no bien entrada la madrugada, es la mayor cercanía que mis ojos han poseído de sentirme aficionado a la Liga Ugandesa de filiales. El estadio, por cierto, que da nombre en vida a Fernando Torres, el afamado jugador internacional que hizo casi toda su carrera en el Atlético de Madrid, debería aceptar el modificar su denominación para no humillar más al campeón mundial. No sé, ¿Municipal de Fuenlabrada? Porque imagino que el enchastre tiene que ver con la política: esa cloaca donde tantas veces el hombre demuestra todo lo malo que puede llegar a ser. Y a día de hoy el estadio fuenlabreño es un oprobio, por mucho que tras la renovación les vaya a quedar una joya.
En la segunda mitad al menos hubo goles. El 0-1, golazo desde más de 30 metros de Juampa Barros por toda la escuadra, y a continuación, con un Fuenlabrada desesperado –con ese resultado descendía– el empate y el gol de la tranquilidad ante un Unionistas ciertamente sometido, probablemente por la escasa tensión que te genera el saber que el Mérida no iba ganando en Majadahonda y que con la derrota alcanzaban el premio menor tras haber vuelto a soñar con el playoff de ascenso: la Copa del Rey. Además, desde hoy imagino que muchos de los que ayer contaban los minutos para que finalizara el encuentro tomarán vacaciones sin posibilidad de vuelta. Por lo que trataré de explicarles por qué esto que están leyendo no va a ser una crónica de un partido de fútbol.
La verdad es que estuve viendo, primero de forma simultánea, y luego entregado a la causa, el Racing de Ferrol–Celta B. Las razones, evidentes: imagino cómo se debe ascender para la próxima temporada. ¿Y saben cómo se asciende? Para nada con el mayor presupuesto. Por supuesto, tampoco necesitaremos al mejor delantero centro o el más habilidoso centrocampista. Porque para subir hace falta llegar a la última jornada dependiendo de ti mismo, con tu estadio lleno a rebosar y con un equipo equilibrado que no haya sufrido cambios de entrenador o demasiados fichajes invernales. Que curiosamente los tres primeros clasificados de nuestro grupo cumplen con todos estos requisitos: Racing de Ferrol, Alcorcón y Real Madrid Castilla. Y el quinto (Celta B) y el sexto (Linares), más de lo mismo. Pero echemos un ojo al otro grupo. Campeón, Amorebieta, y segundo clasificado, Eldense. Igualito que los tres primeros de nuestro grupo: equipos equilibrados sin giros violentos en medio de la temporada. Por lo que, ¿qué necesita Unionistas el año que viene para no seguir agrandando la leyenda que dice que siempre nos quedamos muy cerquita del playoff de ascenso a Segunda?
Aficionados. Desde el club, indiferentemente de si lo dice el presidente, la junta directiva, el director deportivo o el entrenador, no deja de sonar la cantinela de que somos la mejor afición. Que si siempre animamos, ganemos o perdamos, juguemos bien o ramplonamente. O que si el equipo nunca viaja solo, sino arropado por cientos de aficionados, en Ferrol, en Valladolid o en Ceuta, ya sea dentro de la más imparable borrasca o bajo el sol más irritante. Y todo eso está muy bien. Nos vanagloria y diferencia de muchos. De hecho está tan bien que hasta en el mundo futbolístico, y no sólo de Primera Federación, nos comienzan a conocer como un club especial con aficionados únicos. Pero como en toda propaganda norcoreana –porque sólo decir lo mucho que animamos sin señalar los defectos es propaganda– existe un descosido brutal a remendar. Y este es, el número de aficionados que cada dos domingos visitan el Reina Sofía. Indiferentemente de si hace frío o sólo disponemos de un acceso al complejo deportivo, Unionistas, que ya tiene una masa social impecable en el aliento, debe a ésta multiplicarla, al menos, por dos. Me explico: salvo durante la buena racha con visitas de cocos (Deportivo, Castilla…) o durante las excelsas promociones donde casi se regalaban entradas, a nuestros partidos en casa han acudido una media de dos mil y poco aficionados, indiferentemente de si Casañ contagió para bien a la grada o todo lo contrario. Y ese dato numérico es muy mejorable. ¿Cómo? No sé, Unionistas no representa a Vitigudino, población de 2.500 habitantes, sino que juega en y representa a la ciudad de Salamanca, donde hay censados, más o menos, 160.000 habitantes, sin querer sumar localidades cercanas. Por lo que, ¿no sería posible que la campaña de socios de este año consiguiera que, en vez de tanta promoción a última hora, cada domingo el Reina sintiera el calor de, al menos, 4.000 aficionados, en sí el 80% del graderío? No sé, bajen los precios y suban las inscripciones; visiten colegios con la misma propaganda que defiende a nuestra afición, aunque contra el líder Alcorcón no llegáramos ni a 2.000 fieles; y multipliquen por siete el altavoz de una realidad: Unionistas, a día de hoy, es el máximo representante del fútbol salmantino, con al menos una eliminatoria de Copa del Rey en 90 días y posibilidades reales de poder subir a Segunda en mayo de 2024. Pero tenemos que ser 4.000 o 4.500 cada partido en casa para que la mejor afición multiplique por dos el calor, la presión al contrario y los cánticos. Y porque se ve muy feo el graderío vacío. Muy feo. Además, llenar el estadio habitualmente entregaría otro paquete bomba en la alcaldía: ¿para cuándo más graderío, señor alcalde? Porque si acabamos ascendiendo…
Director deportivo. Dani Ponz ha dicho públicamente que espera ansioso el nombre de su nuevo jefe para saber cómo se planteará la temporada. Sobre el entrenador hablaremos más adelante. Pero tiene que quedar claro que para que Unionistas siga creciendo hace falta algo más de continuidad. Está claro, y por eso estamos todos aquí, que no necesitamos ni jeques saudíes ni mecenas mejicanos en nuestro proyecto. Pero sin duda alguna es más difícil hacerlo sobresalientemente –porque sólo se asciende siendo sobresaliente– si cada año o casi el director deportivo es nuevo, el entrenador ídem y la plantilla acude a la pretemporada con 16 caras nuevas. Imagino que Roberto Pescador sabe de todo esto más que yo. Igual que la afición conoce las circunstancias especiales del día a día de un club popular. Pero si no queremos quedarnos enganchados en esta fabulosa categoría, o incluso vernos abocados a un descenso, Unionistas debe, igual que conseguir duplicar la asistencia al Reina Sofía, aumentar el presupuesto para no vivir de retales ajenos y traspasos propios a mitad de temporada. Si Nespral, Ramiro y De Miguel aceptaron contratos largos, alguno más debería hacer lo mismo. Porque una cosa es que nos levanten al delantero centro a cambio de un pastizal, y otra muy diferente que cada cierre de temporada salgan, la inmensa mayoría de jugadores, en estampida. Por lo que, ¿existe la posibilidad de pagar algo más a algunos jugadores clave? Porque no siempre el director deportivo va a acertar con los fichajes. Mi apuesta si Héctor Nespral y Ramiro Mayor tienen contrato: renovar a Salva de la Cruz, Jon Rojo, Juampa Barros y Carlos de la Nava ahora mismo y tratar de convencer a Antonio Leal, Óscar Sanz y quién sabe si a Mario Losada. ¿Pero saben con qué intención? Con la de que los fichajes fueran titulares y ellos suplentes siempre aspirantes a entrar en el once inicial. Suena extraño. Pero con lo que tenemos ahora mismo sólo da para ilusionarnos, no para ascender. El Racing de Ferrol, por cierto, lleva años con el mismo bloque, no cesa entrenadores y prácticamente no ficha en invierno. Y su masa social es inferior a la nuestra, salvo cuando van a ascender que movilizan a toda la comarca, porque la ciudad departamental sólo cuenta con 66.000 habitantes censados, poco más de un tercio que nuestra querida Salamanca. Tomemos nota.
Entrenador. Dani Ponz tiene contrato el año que viene y cláusula de salida alta. Pero a los que llevamos años, muchas décadas ya, por este mundo, nos ha quedado claro que desde Pontevedra su rictus es muy diferente. Se habla de problemas familiares, la distancia, aunque lo que sí que debe quedar claro es lo siguiente: Dani Ponz, hasta que trabajó para Unionistas durante estas catorce jornadas, había estado casi la totalidad de su carrera entrenado en Tercera Federación, con una sola incursión en Segunda Federación en el Alzira, compaginando siempre su trabajo como profesor de educación física con los entrenamientos de equipos amateurs. Por lo que, debemos tener claro que a Ponz, tras el excelente final de temporada con Unionistas, le han podido llegar ofertas muy gordas de equipos de su zona geográfica de Primera Federación. Ejemplos: el Castellón si no asciende, el Real Murcia, el Nàstic, el Intercity o el Alcoyano. Porque Ponz sabía perfectamente a dónde venía y qué presupuestos y filosofías maneja el club. Por lo que no debería haber sido una sorpresa el que Toni García no quisiera renovar así como la clásica desbandada que en unas semanas dejará a la plantilla con menos efectivos que el equipo nacional de Copa Davis. Pero Ponz sabía esto, repito. Y de hecho debería ilusionarle el que él mismo pueda participar en la elección de jugadores para la próxima temporada, cosa que no pudo hacer este año. Y por esa regla de tres, si tan bien se le ha dado manejar una plantilla que ya estaba confeccionada, ¿por qué no habría de mejorar los resultados con jugadores de su gusto? Sea como fuere, si a Ponz le han llegado cantos de sirena –lo cual es muy probable– que al menos lo diga con antelación, para poder buscar sustituto, y que el equipo en cuestión pague la cláusula, para poder crear una bolsa extra de dinero para retener a jugadores con el ADN unionista.
Junta Directiva. Roberto Pescador y su grupo de trabajo, por mucho que deseen ejercer el continuismo del legado de Sando, tienen que tener claro que vienen a mejorar lo anterior por muy notable que haya sido hasta ahora nuestra trayectoria. Porque para lo mismo de antes ya estaba Miguel Ángel Sandoval. Lo que tiene que quedar claro es que Unionistas debe mejorar urgentemente su masa social, sus ingresos y, por ende, manejar una plantilla donde no todos los años entren y salgan 15 o más jugadores. La estabilidad que desprende la directiva debe contagiar a entrenador y plantilla. Unionistas, además, debe tratar de ascender, por la sencilla razón de que llevamos tres años muy cerca del playoff y porque, como cualquier relación, ya sea esta laboral o marital, mucho tiempo haciendo lo mismo en los mismos campos y contra los mismos equipos, desgasta. Estamos destinados a ascender. Tengamos o no un gran presupuesto.
Medios de comunicación. Desconozco el porqué de la escasa implicación de los medios de Salamanca con Unionistas. Desde fuera, se aprecia que no es posible escuchar partidos radiados así como el trato en prensa es plano en espacio y contenido. Por alguna razón la prensa y radio no está contagiada del proyecto que, a fin de cuentas, es el único con cara y ojos que podría poner a la ciudad, tras la desaparición de la Unión Deportiva Salamanca, en el fútbol profesional. Y este asunto debe mejorarse lo antes posible. Recuerdo en mis años mozos cómo el diario local de la ciudad que me vio crecer ofrecía el póster de la plantilla de su equipo de fútbol a todo color. Otras veces la imagen era la de ciertos jugadores más valiosos, las estrellas. Pero algo hay que hacer para enganchar a más aficionados, sobre todo si estos están en fase de formación, aun decidiendo a qué equipo van a animar por el resto de sus días.

Disculpas: olvidé entre las renovaciones a Beneit.
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